miércoles, 6 de junio de 2012

Una filosofía de papel

Soy el monstruo de tus pesadillas, la madre de tus tormentos. Lográs encontrarme cuando tenes miedo de perderte. Me haces un pequeño lugar en tu vida dando lugar a los arrastres, solo cuando recordás lo mucho que llegaste a amarme y entre evasivas redactas una prescipción rebuscada de tu amor recetado.
Remé, constante, sin rumbo fijo y giré un millón de veces alrededor de tu orgullo. Calmaste mi dolor por un instante, me acariciaste con una mano ocultando el maltrato de la otra. Te acomodaste sobre mi soledad rompiendo todos tus juramentos de amante. Controlaste mi corazón hastya que se tornó un juego repetitivo y aburrido.
Arañé desesperada, los pensamientos mas oscuros de tu mente, pero resultaron impenetrables. Intenté comprender la razón de tus hipótesis terminantes, pero hablabas en un dialecto desconocido respaldado por tu orgullo. Aceptaste mis excusas sin perdonarme realmente y te perdoné sin comprender tus principios de cartón. Navegué los océanos turbulentos de inseguridades que no me pertenecían y te acompañé en una travesía donde apenas llegaste a notar mi presencia, argumentando una supuesta personalidad de teflón que desconocía.
Jugué a la culpable, incluso cuando no lo era, obligándome a creer todo lo que decías. Juzgaste lo que desconocias y yo sentencié mi tortura abofeteado mi ignorancia. Concentré todo mi ser en tu dolor y me enterré en el más oscuro infierno, ahogando de pestes mi culpa, en un acto desesperado de purgar mi alma.
Esa misma culpa que se arrastra entre todas las superficies de mi cuerpo acechándome constantemente. Un eterno círculo de vicios. Me dejé engañar para que me quieras, cuando lo unico que buscaba era que me aceptes. Y e todo momento recreaba situaciones heróicas rogando por tu aprobación, pero todo lo hacía mal y solo era motivo de reproche.
Desdichadas discusiones y segundos contados de amor que te vencían, haciéndote caer entre las sábanas. Te veía sonreir en sueños y albergo todavía la esperanza, de haber sido yo la que te hacía feliz en tu mundo inventado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario