jueves, 31 de mayo de 2012

The afternoon of extravagant delight

"Once upon a time, there was Candy and Dan. Things were very hot that year. All the wax was melting in the trees. He would climb balconies, climb everywhere, do anything for her, oh Danny boy. Thousands of birds, the tiniest birds, adorned her hair. Everything was gold. One night the bed caught fire. He was handsome and a very good criminal. We lived on sunlight and chocolate bars. It was the afternoon of extravagant delight. Danny the daredevil. Candy went missing. The days last rays of sunshine cruise like sharks. I want to try it your way this time. You came into my life really fast and I liked it. We squelched in the mud of our joy. I was wet-thighed with surrender. Then there was a gap in things and the whole earth tilted. This is the business. This, is what we're after. With you inside me comes the hatch of death. And perhaps I'll simply never sleep again. The monster in the pool. We are a proper family now with cats and chickens and runner beans. Everywhere I looked. And sometimes I hate you. Friday -- I didn't mean that, mother of the blueness. Angel of the storm. Remember me in my opaqueness. You pointed at the sky, that one called Sirius or dog star, but on here on earth. Fly away sun. Ha ha ha you are so funny Dan. A vase of flowers by the bed. My bare blue knees at dawn. These ruffled sheets and you are gone and I am going too. I broke your head on the back of the bed but the baby he died in the morning. I gave him a name. His name was thomas. Poor little god. His heart pounds like a voodoo drum."


Fragmento de la película "Candy"

Sentimientos de fantasía

Una mierda, no? No de su parte, de la mía. No porque me hicieron mal, todo lo contrario purgaron mi  alma llenandola de sermones desbordantes de amor. Estuvieron siempre conmigo, adelante para apuntarme con un dedo amenazador, al lado para consolar mis lágrimas sin fin, atrás para atajarme en las caídas. Siempre.
¿Cuándo fue la última vez que nos hicimos daño? Lejano al punto que se torna imposible recordarlas o tan cercanas y continuas que odiamos el simple hecho de recordar. Un pantano oscuro de lágrimas rojas, un dolor punzante en el pecho, un nudo de dimensiones indescriptibles en la garganta. Mis ojos sinceros eran rojos, los suyos no los puedo inmortalizar. Búsqueda incoherente en otras miradas. Verdes, azules, violetas, incluso amarillos. Felices, tristes, desdichados, agónicos o indefinidos. Grandes, pequeños, rasgados, circulares. ¿Recuerdan los míos? Es difícil mirarse al espejo sin vergüenzas, sin tapujos. Sucio por dentro, sucio por fuera. Descontrol. En mi interior hay una madeja de sentimientos sin sentido. Imposibles de redactar, inservible intentarlo.
No quiero olvidarme ese día. La inmensidad del mar, los destellos del sol intensos en nuestros cuerpos, en ese entonces uno solo. Mi delirio embriagado por el alcohol. Y corrimos a la orilla, chapoteamos las olas. Risas. Abrazos. Besos húmedos, salados. Nos unía la felicidad. Se adueñaba de nosotros un sentimiento de fantasía. ¡Pobres aquellos que todavía no lo conocen!
Y yo era normal hasta que me remarcaste el hecho real de que no lo era del todo. O te importaba tanto entonces, los reproches no sirven si nos hay soluciones mucho menos si las soluciones son parte de tu orgullo. Vivo rodeada de miedos, no cualquiera, sino de esos que vienen a todas horas del dia y te acechan con intención de llevarme lejos y enterrarme donde nadie pueda escuchar mis suplicas, mis quejas, mis dolores, mis gritos.

Dos Almas

Los vicios se escondian delirantes junto al crepúsculo dorado. Los placeres se recostaban a la par de la pesadumbre árida del viento. Quejumbrosas las emociones ahogaban sus gritos carnales colmando la boca de una masa amarga intangible. Tan solo quedaban bailando al compas de la decepción dos almas solitarias que vagaban sin rumbo por aquel país de nunca acabar. El final se asomaba entre los pensamientos, pero era tan lejano como improbable. Una de las almas, la femme, se desplomó en el suelo de púas y comenzó a arrancarse los cabellos gritando desconsolada. Oídos sordos. El otro alma continuaba vagando, valiéndose de un tacto ficticio en aquella nación de la nada. El alma desconsolada arremetió las manos contra las púas y consiguió arrancar una de ellas, sin pensarlo se punzó los ojos hasta destruirlos por completo y se recostó dispuesta a esperar una muerte poco probable. CONDENADA.
El alma errante tropezó con el cuerpo marmóreo de aquel alma desconsolada y se acurrucó a su alrededor. Yacían juntos en medio de un mar de sangre infinito, obscuro.  Besó las cuencas de sus ojos y bebió su sangre, se alimentó de su dolor y arañó los espacios recónditos de su pena. No necesito valerse del tacto. Admiró con deleite la negación de la vida y se llevó consigo toda esperanza de muerte.
Las lágrimas carmesí bañaron el cuerpo del alma desconsolada, un río de sangre que no tenía fin, una condena eterna. El sufrimiento palpable de un pecado carnal. Un limbo de desgracia, edén de horror. Purgatorio interminable.
Dos almas. Una desahuciada rogando perdón y otra alimentándose del dolor ajeno, envenenado una condena para embellecer la propia.

Golden Empire

There's nothing wrong with you if i can make it worse
We're different flames to the same fire
Always belong with each other
Born at the same Golden Empire

Laying on a dream bed, listen to the birds sing
Tell me something better skipping your desires
Laughing without being high, crying was a delight
Always I can trust in your denial

There's nothing wrong with you if i can make it worse
We're different flames to the same fire
Always belong with each other
Born at the same Golden Empire

Rainsing all my hopes up
Living in a trasure, dreaming with a pleasure
There's no lie when we hurt each other
Forget about the joy, we're youngs no more

Deseables pero Inexistentes

Destrucción masiva, mil pedazos rotos. Rota en cristales sin forma. Mentiras, mentira. No. Pensamos lo mismo, todavía lo queremos, el futuro, se unieron los puentes frondosos como bosques inmensos. Innumerables luces, espumas, flashes multicolores. Unidos. lo deseamos, lo desean, lo deseabas. Nos desearon y me dijiste y te dije lo que ellos habían dicho. Y mentí y por momentos pensé que vos también mentías. Nos juntamos, ya no más. Lo enfermamos, lo enfermé y lo seguimos haciendo, casi sin querer, si hay destino; pero no existe "ese" que buscamos sin errores. Si es verdad, podemos hacerlo puro. Soy yo, de nuevo, te lo digo y te lo repito con aquel mismo objetivo de que retumbe como bombos. Tu cabeza y la mía. El vicio de tenerte cerca, la inconsciencia de la herida. El olvido que te tengo lejos. No tengo nada, un pedazo de memoria que se divide en ínfimas partículas que ya no existen. Busquemos lo contrario. Un teléfono. Desconectados. El olvido es quien hace que sea más difícil olvidar. Generador de pasiones. Rencores, quizás. Existen. Existimos, lo sabes, yo también. Lo acepto. Vos no queres. No se que busco, pero se donde encontrarlo. A la izquierda de tu pecho, ahí donde rebalsan sustancias que brillan de colores indelebles, imborrables. Recorren mi cuerpo, no pueden penetrarlo. Buscamos. ¿Qué buscas? Confianza dentro tuyo. Cambiamos el mundo, el nuestro, chiquitito con forma de nuez. La miel, la hiel similares de distintas percepciones. Percibimos los sin sabores. Agrios, dulces, amargos, que empalagan, saladitos, los más ricos, los que odiamos. ¿Otra persona? ¿Quién te ama así?  ¿Quién te busca así? Mi nombre colapsa los lugares más recónditos de tu mente, mis palabras disturban formando completas paranoias. Te carcomen sin sentido. ¿Es la verdad? Hoy, mañana, ayer... Terminamos. Quiero empezar, intentar lo que no hice: contarte cosas tristes pensando en ser felices. No pienses más, arriesgamos juntos de la mano o tal vez sin tocarnos. Me duele pensar, pensar nos duele. No es posible olvidarlo, pero tampoco es imposible curarlo. Alegrías nuevas, alegrías de siempre, errores que van y errores que vuelven.
Me llamo Salome por imposición, no por elección. Si hubiesa podido elegir mi nombre tal vez caería en la misma nomenclatura ya que me resultaría un deja vu familiar. Tengo 20 años y siento que perdí unos tantos. Me da miedo dormir sola y apenas fui al psicólogo no me sorprendió el veredicto patológico psicológico. La gente piensa que estoy loca o que soy una insana... puede que tengan razón. Si tendría que elegir una palabra para describirme la cambiaría a diario. Estoy orgullosa de poder decir que soy emocional. No creo en las etiquetas por eso no me asusta ser yo misma. Soy breve y extensa a la vez. No tan diplomática pero trato de ser febril en lo mas qe puedo. Soy humana....Bebo de a sorbitos no de a tragos largos. Retrato momentos; no personas. Camino sin pasarelas ni música. Uso pantalones sin bolsillos para no llevarte a todos lados.
Aspiro la alfombra dos veces por semana. Me saco las mañas, los pelos, las encías, tus sonrisas. Despierto y después empiezo a soñar que el mundo nos pertenece..¿Y hago todo eso?

Creo en la espera, pero se que de mi no se espera que espere lo suficiente para esperarme. Creo en derramar lagrimas por amor, pero a la larga derramo tantas lagrimas por amor qe me olvido por que amo tanto llorar de felicidad. Es un poco dificil soprtarme cuando me rio o cuando digo cosas que comparto conmigo misma, no me gusta pedir perdon por todo ,es dificil aguantar que cometa errores? Soy una persona difícil. Aveces una mierda,y otras nose…
Con mis veriables,siempre senti lo mismo. Y es qe te amo. Y es una promesa de dedo qe quiero dejarte

La sangre corre pero no vuelve

Tomó el teléfono y discó. No sabía a quien llamaba. Necesitaba hablar. Cuando escuchó aquella voz, se le hizo un nudo en la garganta. Respiró dos veces y comenzó...

Bs. As, Argentina
19:02 Sábado



¿Hola? Hola. ¿Me comunico con el centro de enfermos psicóticos, abandonados por el amor? No. Disculpe. ¿Con quién tengo el gusto de hablar entonces? Mariana. Mariana… Creo que conozco una Mariana, mi nombre es Olivia. Un gusto. ¿Te molesta que te hable? Hoy me siento especialmente sola. No hay problema, igual te comento que no tengo mucho tiempo. No es necesario el tiempo, yo no tengo tiempo, donde vivo no existe el tiempo, el tiempo no debería tener sentido para vos. ¿Queres decir que vivís sin horarios? Claro, es común, hay mucha gente que vive así. ¿Estas segura? Sisisi, estoy segura totalmente. No se, no lo veo muy convincente. Pero te digo que si, creeme, el tiempo nunca ayuda, por el contrario te estresa, te pone presiones innecesarias, te genera problemas. No creo que sea así, por el contrario, el tiempo es genial, quiero decir existe pero vos lo manejas, lo organizas para tu propio beneficio. Nunca lo había pensado así.
Diculpame me tengo que ir. No hay problema. Podemos seguir mañana. ¿Te gustaría? Ningún problema, mañana a la misma hora, voy a tener mas tiempo libre. Muchas gracias.


Bs. As, Argentina
20:11 Sábado


¿Hola? Hola, soy yo Olivia. Olivia. Si, ¿te molesto? Estoy un poco ocupada la verdad, pero es import… Me corté las venas. ¿Cómo? Que me corté las venas, me duele mucho ahora y no me animo a ponerme alcohol. Espera un segundo… ¿Estas con gente? Si, mis primos. Te dejo, después hablamos. No, tranquila ya se están yendo. OK, te espero. Acá estoy otra vez. ¡Gracias! ¿Qué te pasó? Nada, solamente me corté. Sí eso ya lo entendí, pero ¿porque? Creo que estoy deprimida. ¿Te pasó algo entonces? Es raro eso que preguntas, porque a mi me pasan cosas todos los días, claro a veces cosas normales otras no tanto. Bueno pero yo hablo de algo más que esas cosas normales que te pasan, algo que haya generado este desahogo, alguna razón por la cual te lastimas. Hay muchas razones, creo que una fue porque no me quiere. ¿Quién no te quiere?  Él. ¿Quién es él? Él amor de mi vida.

Cortó el teléfono y corrió al baño. Esta vez no tomó la tijera. Rompió el espejo con desesperación y se arrodillo con furia sobre los cristales rotos. El teléfono no sonó, nunca iba a sonar. Intentó ponerse de pie lentamente pero no pudo. Quitó algunos de los pedacitos de vidrio de las palmas de las manos y se arrastró llorando hacia el teléfono. Volvió a discar. Ocupado.
Intentó una vez más… Contestadora.

Hola Mariana, soy yo Olivia. Disculpa mi desaparición repentina. Apareció el monstruo y lo tuve que desterrar, ahora estoy mucho mejor. En realidad es mentira, pero quiero que te quedes tranquila. Ya te dije que estoy enferma ¿no? Es bueno que lo sepas. La gente no se da cuenta a veces, aunque dudo que vos no lo hayas notado. Te agradezco mucho, la escucha es la mejor virtud. Mejor que hablar sabes, porque hablando podes decir muchas pelotudeces y la mayoría de las cosas que decís la gente se la pasa por el forro de los huevos, pero yo digo cosas mas importantes… Bah, no se si son importantes pero yo las considero así. Me voy a curar pronto, yo lo se. Él va a volver…

Colgó el tubo. Rompió en llantos.

Esa noche no durmió nada. Salió a la calle con las piernas pintadas de sangre coagulada y descalza. Caminó sin rumbo. Arrugó un poco los ojos, se había olvidado los lentes, y reconoció el kiosco en la esquina. Pidió cinco cajas de cigarrillos, pagó todo con movimientos lentos, fríos, casi calculados. No saludó cuando se fue, tenía miedo de enamorarse. El frió invernal le golpeaba el rostro como nunca. Caminó dos cuadras y se desorientó. Nunca le había pasado… Miró alrededor y no reconoció nada. Miró el cielo rogando que lloviese y se sentó en la entrada de una casa con olor a porro.
Se acurrucó y se abrazó las piernas con los brazos. Lloró mucho. Escondió su cabeza entre sus brazo y respiró hondo.
Se levantó y camino dos cuadras hasta un mercadito chino. Entró. Miles de ojos la envolvieron, junto con un cuchicheo que se volvía insoportable a medida que caminaba. Se detuvo en la góndola de dulces.
Salió del supermercado y camino rumbo a su casa sin problema. Antes de entrar cruzó a la plaza y tiró la compra en un tacho de basura gigante. Sonrió.

Bs. As, Argentina
9:45. Domingo


Cuando desertó recordaba la mitad de las cosas, y de vez en cuando algunos flashes adornaban su memoria en acto desesperado de formar parte de un algo. Recorrió cada milímetro de la habitación con ojos sospechosos.
Buscó algo que comer. Nada, nada de nada. Abrió la caja de cigarrillos y los comió uno por uno saboreándolos, recreando un sabor inexistente. Cuando hubo terminado, abrió la otra caja y prendió uno de los cigarrillos. Tras un par de pitadas lo lanzó por la ventana con asco. Anhelaba el sabor de la marihuana, aquel olor que ahora impregnaba sus fosas nasales. Pero no, no iba a caer otra vez, no después de lo que había pasado.
Deseaba caminar, correr, gritar. De un salto se paró y abrió todas las ventanas de la vieja casa. Respiró llenando sus pulmones con el deseo de que explotaran. Sonrió al vacío, al infinito.
- Tengo que comer algo Bob.

Miró detenidamente la foto de Bob Dylan que ahora sujetaban sus manos. Lo besó, diez veces. Volvió a colgarlo en la pared y tomó el bolso. Abrió la billetera y contó el dinero. Alcanzaba. Prendió el equipo de música y dejó que la casa se inundara con la áspera voz de Pity Álvarez. La ropa estaba tirada por todos lados. Se enfundó unas calzas, un remeron de colores chillones y unas botas cortas, negras, desgastadas que había pertenecido a su papá. Las olió, todavía expedían ese olor a drogadicto inmundo. Tomó envión y corrió hacia la ventana. Calló de rodillas en la vereda y una puntada de dolor recorrió todo su cuerpo, paralizándola. Miró a su alrededor, no había nadie, ni siquiera un linyera en la calle. Era temprano claro, chequeó el celular: 10:10 am.
Un supermercado y al lado un almacén. El primero. Contó la plata otra vez. Sus viejas épocas de camello le habían dejado bien parada económicamente, ahora se daba gustos. Compró pre- pizzas, caramelos, yummys, bombones, 10 litros de cerveza, empanadas recién hechas y 3 coca colas. Pago con un billete de 100 y se fue sin mirar, sin saludar. No se quería enamorar.

Abrió la puerta de entrada con dificultad, las casas viejas se hinchan, decepcionadas con el tiempo. Prendió la estufa y dejó las compras sobre la mesa. Pity seguía cantando. Levantó el tubo del teléfono y marcó: 48024405

¿Hola? Hola Marina, soy yo Olivia. Si, te reconocí la voz. ¿Te desperté? No ya estaba despierta, mirando la tele. Vos… ¿estás bien? Si, me siento mejor, ayer tuve una noche difícil ¿sabes? ¿Qué te pasó?... ¿Hola? Acá estoy. No podía dormir tuve que salir a caminar y me perdí, bah creo que me perdí no estoy muy segura. ¿No preguntaste? No. Nunca hablo con nadie personalmente, tengo miedo de enamorarme. ¿Cómo? Claro. Yo no pierdo la esperanza Mariana, yo sé que algún día me lo voy a encontrar a él. Ahhhh, hablamos de él otra vez. Siempre es sobre él, todo es sobre él, hasta tengo el presentimiento de que las palabras que estoy diciendo también las diría él. Eso no esta bien. ¿Por qué? Deberías dejarlo en el pasado, me parece, te haría mucho mejor. Tal vez, pero no quiero. Entiendo. No, dudo que entiendas lo que me pasa, pocas personas lo hacen. Yo también me enamoré. Imagino que si pero, ¿te paso algo igual a lo que a mi me pasó? No se de que me hablas. En algún momento te lo cuento, ahora no me siento preparada, tengo miedo que me duela más de lo que ya me duele. Cuando quieras. Me tengo que ir Mariana, mañana hablamos.

Mariana se quedó con el teléfono en la mano y un adiós en la garganta. Todavía no salí a de aquella situación, estaba completamente perpleja. Nunca había vivido algo así. ¿De qué se trataba todo esto? ¿Por qué la había llamado a ella? ¿Qué bien le podía hacer a Olivia? Millones de preguntas se le cruzaron por la mente e intentó crear una imagen de cómo sería aquella persona que recurría a su ayuda. Cerró los ojos y comenzó a imaginar.
Mientras tanto Olivia se observaba detenidamente al espejo. Las ojeras cubrían casi toda la superficie de sus ojos color pardo, vidriosos. Sus labios carmín cercanos a la perfección contrastaban con el color blanco de su rostro. Era bonita y lo sabía, pero la tristeza se había apoderado de su ser hacía años y la apagaba. Sintió un amargo sabor en la garganta y las lágrimas ya comenzaban a caer por sus mejillas.
- No quiero más, ya no quiero más. Secó sus ojos con las manos temblorosas. Se miró una vez más al espejo y esbozó una mueca al encontrarse con su mirada. Una mirada insegura, adolescente, casi infantil.
Se tiró sobre el colchón gastado y miró al techo un largo rato. Otra vez el nudo en el estómago. Se levantó de un salto y dio vueltas alrededor de la habitación como si estuviese buscando alguna cosa. Una fotografía dormitaba sobre los papeles desordenados de la biblioteca. La miró de reojo, casi con miedo. Rompió en llantos y esta vez fueron imparables. El llanto se rindió y sus fuerzas igual. Se quedó dormida con la foto pegada a su pecho.

Bs. As, Argentina
18:22 Domingo

Mariana. Oli ¿como estas? Me dijiste Oli… Si, ¿no te gusta? ¡Me encanta! Mejor entonces. Te llamaba para decirte que me siento mejor, de verdad. Me gusta esa actitud, yo sabía que se te iba pasar. No se me pasó nada, las cosas no pasan así tan rápido. No te entiendo. No se que es lo que no entendes Mariana. El dolor desgarra, deja una herida casi incurable… Eso depende de vos. Si y también depende de lo bien que se encuentre tu salud mental. A la hora de arreglar problemas la salud mental no aporta absolutamente nada, todo viene del corazón. Creo que lo escuché en algún lado. Vos no estás intentando curarte, si te lo propusieras lo lograrías en poco tiempo. No me conoces, ya te lo dije, el dolor y los enfermos mentales no se llevan bien. No sos ninguna enferma vos, el dolor te enferma. Me gusta llorar, me gusta sentir el dolor pero sabiendo que va a terminar, ahora se que nunca voy a poder dejar de llorar, jamás va a sanar mi herida. Te aviso de antemano Mariana voy a cortar el teléfono… ¿El monstruo? Él, no, los...

¿Cómo podía estar sucediendo eso? ¿No se suponía que hablando iba ser todo mejor? Cuando uno comparte el dolor, desaparece más rápido. Mentiras, todo eso es una mierda, una mentira grande, grande como el dolor que nos persigue. Se sacó los pantalones y ojeó los cortes, aún la carne estaba viva. Se deslizó hacía el baño en puntas de pie, como si temiese que captar la atención de algún mirón. Los vidrios seguían en el piso coloreados de sangre. Respiró profundo dos veces y se arrodillo con fuerza sobre los trozos de cristal. Un grito desgarrador quebró el silencio.

La imagen era triste, tristísima, casi desagradable. El cuerpo delgado blanco yacía cual muerto sobre los vidrios flotantes del mar de sangre. Poco a poco la sangre iba cambiando de color. Ya no era roja, sino negra, oscura, olvidada. Los cabellos desparramados por el suelo también estaban empapados y algunos de los hilos de sangre provenían de la cabeza misma. Juntó coraje e intentó ponerse de pie. A tientas se acercó al interruptor de la luz junto a la puerta. Caminó lentamente hacia el living, dejando marcas en las paredes, donde el espejo esperaba con terror aquella escena. Miro su reflejo unos segundos y se rio, soltando carcajadas histéricas. En acto de desesperación paso su mano por la cara intentando despojarse de aquel flujo carmín que la cubría. Algunos cristales se clavaron en sus labios abriendo pequeñas vertientes de sangre. Estaba rota. Por fuera y por dentro. Con los pedazos de vidrio en las rodillas y los pies caminó unos pasos más y tomó los cigarrillos. Se sentó cómodamente en el sillón azul de terciopelo y fumó divertida haciendo circulitos en el aire. Estaba muerta. El miedo erizó los bellos de su cuerpo. Fumó dos secas, apagó el cigarrillo previniendo lo peor y calló desmayada. Podría ser un bonito cadáver, la sonrisa adornaba su rostro marchito. Pero no iba a morir, no iba a dejar que eso pasara.

Bs. As, Argentina
9:34 Lunes

Y no pasó. Intentó abrir los ojos parpadeando con dificultad. La luz del sol bañaba todo su cuerpo secando lentamente las heridas. Ojeó el reloj. Tenía que ir a la facultad, pero no podía aparecerse así. Se sentó con dificultad y meditó la situación. No encontraba salida, "debía" ir sí o sí. A rastras llegó a su cuarto y tomó el botiquín de “primeros auxilios” limpió cada una de sus heridas, con una escoba puso orden en el baño, borrando todos los rastros de dolor que quedaban en el. Se metió en la ducha.
Mientras juntaba la ropa tomó el teléfono y discó el número que hacía dos días se había transformado en su confidente.

¿¿Olii?? Si, soy yo. ¿Todo en orden? Muy bien, por suerte, me acabo de bañar. Yo estaba en eso. Bañarte hace bien ¿sabes? Obvio estar sucio no es muy agradable para vos ni para los que están con vos. No, pero además te limpias vos, quiero decir te perfeccionas. ¿Cómo? Claro después de una cagada, yo soy experta en eso, limpias los errores. Jajaja nunca lo había visto de esa forma... Mira que te das mañas. Puede ser. Si, créeme te das mucha maña y es re lindo, así vas a avanzar más rápido. Avanzar, crecer, renacer… Me gustaría. ¿Me parece u hoy nos levantamos con un ánimo increíble? Me levante con ganas de no morirme. Perfecto. Me tengo que ir a la facu Mariana. Yo también además no desayuné todavía. Yo tampoco… ¿A que facultad vas Oli?

Y otra vez se quedó con el tubo en la mano y una respuesta. Definitivamente Olivia no quería que se encontraran. Era algo no raro. A veces parecía banal o superfluo, pero entonces Olivia llamaba y contaba cosas que Mariana nunca había oído y la dejaban pensando todo el día. Olivia nunca contó nada personal. Ni siquiera sobre ese Él que tanto nombra. No debe ser fácil se imaginó que no debóa ser fácil. Ella dijo en un momento que conocía una Mariana… ¿Sería ella? No. Imposible. No sabía nada de ella y… ¿Por qué no? Nada lo impedía. Vivian en la misma ciudad, ella tenía su número, estudiaban y de seguro en la misma facultad. Las hipótesis terminaron por marearla. Sacudió la cabeza y se dispuso a tomar el mate que había preparado dos horas atrás. Frío.

Olivia mientras tanto elegía la ropa. Jeans. Remera escocesa. Borcegos. Se miró en el espejo. Definitivamente tenía que hacer algo con su rostro. Los pequeños corten habían conquistado toda la superficie de su cara. Los acarició uno por uno. Suspiró y corrió hacia su habitación en búsqueda de la bolsa de maquillajes. Cuando se encontró con su reflejo no pudo reconocerse. Así meses que no lucía tan bien, nunca se había sentido tan libre del dolor. Ahora podía sonreír y la sonrisa no sería un invento de actriz barata. Se volvió a mirar y esbozó una sonrisa. Acto fallido. Todavía no podía fingir que ser feliz.
Hizo un esfuerzo hercúleo para desterrar a las lágrimas que se proponían abandonar sus ojos en ese momento. No. No iba a llorar.
Agarró el bolso, guardó los libros, tomó el mate quemándose los cortes de los labios. Sonrió. No importaba, ya nada de eso importaba. Nuevo día. Renacer. Se lo había prometido a Mariana, se lo había dicho a Él
Se detuvo frente al espejo una vez más y sonrió unos segundos. Suspiró y escupió su reflejo, ya no quería mentirse.
- ¡Basta!
No quería sufrir. No quería enamorarse. Se puso la boina y salió rumbo a la facultad. Tomó el primer colectivo que paró.
- Hasta el infierno
- ¿Vas a ciudad universitaria?
- Si-
Lo miró incrédula y metió las monedas. Ya nadie entendía nada. Nadie escuchaba a nadie le importaba nada. ¿Desde cuando el infierno se encontraba en Ciudad?
Viajó con la cabeza baja. Se enchufó los auriculares y no prestó atención alguna a lo que ocurría a su alrededor. Se centró en si misma mientras la desgarradora voz del Indio Solari partía su cabeza.Vencedores Vencidos.