miércoles, 6 de junio de 2012

Corrupción de retroceso

Una bestia celosa recorre con ojos suspicaces los rincones más reconditos de tu reino inventado. Esparciendo sangre inocente adornaste tus lagios artificiales. Diste a luz un ser puro al que corrompiste con odio y bañaste en lava, le inventaste un nombre impronunciable y grabaste en su cuerpecito dones malignos. 
Lo hiciste secuaz y te siguió hasta el infinito, pero una bestia que intenta retovarse no es digna de tu palacio y arrancaste así la cabeza de tus más fieles seguidores. Era imposible mirarte esos ojos rojos tuyos y encontrar en ellos la delicada bondad que antes te caracterizaba. 
Luchaste contra dragones de goma y alejaste con espadas plásticas a todos los que te respetaban. Tomaste con furia tu corazón desesperanzado y lo despellejaste hasta convertirlo en una obra sin valor.
Pegaste las pieles de tus víctimas en tu lecho y te abrigaste receloso con sus cabellos putrefactos. Gobernaste con rencor y cada vez creía en tu interior el deseo de ser temido. Te adentraste en las habitaciones de los hijos de tus hijos y robaste ilusiones infantiles para quemarlas más tarde en hogueras junto a aquellos herejes que alguna vez te hicieron feliz. 
Arremetiste contra dones naturales y destruiste todo intento de felicidad. De tus fauces vulgares solo despedías suspiros fétidos y amargos que succionaban almas. 
Atrás había quedado el reino que te había coronado y cuando ya no había nadie te hundiste en la más profunda desesperación acercándose, así tu final. 
Fue tu mayor acierto. Arriesgando tu vida ascarvaste tu cuerpo, dejando una masa de carne hueca sin corazón... 

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