sábado, 9 de junio de 2012

Una filosofía de papel II

Tus condiciones rozaban la crueldad y yo apenas lograba mantenerme en pie. Afilas principios y los lanzas como cuchillas aniquilando todos mis intentos de redención. Lucho contra el sometimiento, pero me entregué a tus pies esperando una caricia y solo encontré protestas quejumbrosas que ocutaban y controlaban lo que realmente sentías. Desaparecías en los momentos que me veías peligrosamente cerca, porque sabías que mi cariño no es de los que pueden ser enjaulados. Remota era la posibilidad de cambiar y te alejabas con desinterés, abandonándome cuando yo más te necesitaba. Una caja de secretos que buscaba compartir con vos. 
Me buscas dubitativo y vendes mis críticas a precios denigrantes, avanzas con lentitud, pero te alejas despavorido apagando los sueños, que tan poco sentido tienen para vos. Vivo más tiempo entre pensamientos que en esta decadente realidad que vos tanto glorificas. Mis mecanismos de defensa no son útiles para sabios autómatas como vos. 
Tus estructuras te paralizan y sometes a los errados para sentirte más fuerte. Todo es a prueba y error, pero vos nunca pudiste comprender lo que me perturbaba y en cambio señalaste mi personalidad lanzando un pájaro de mal augurio para que no puedo olvidarte. 
Haces caso omiso de mis palabras, porque no son reproches, sino realidades. Yo nunca busco ganar, pero para vos eso es importante. No importa lo que los otros vean, sino lo que uno sienta. A buen entendedor, pocas palabras. Tus convicciones te juegan malas pasadas y no sos más que un esclavo. Te sentis libre pero vivis encerrado por el miedo a equivocarte y nunca llegas a arriesgarte del todo. 
No em comprendes, porque te crees a un paso de la divinidad, no te culpo, fuí yo la que esculpió tu pedestal y coronó tu cabeza con laureles. Soporté tus azotes y respeté tus demandas. La culpa no es del que somete, sino el que se deja someter. 
Corrí siempre a tus brazos, cegada por las virtudes imposibilitada de reconocer tus defectos. Pero llegué a comprender que no son as que debilidades. No me odiaste, solo buscaste no sufrir. 

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